miércoles, 9 de noviembre de 2011

Momento de lucha

Misteriosamente, el miércoles al despertar, llegó un paquete que dejaron caer desde un avión. Era muy grande, fácilmente un elefante adulto cabría sin problemas en el interior. 

Al abrir la caja, nos llevamos una gran sorpresa, pues había armas de todo tipo. Eran alrededor de 1500, entre escopetas, cañones sónicos, granadas de fragmentación y de luz, pistolas de choque, parches explosivos y de ácido; inclusive había armas que no conocíamos.

Con el paquete venía una nota, la cual decía: “Aquí solo está el medio por el cual podemos recuperar lo perdido, y ser de nueva cuenta las personas altivas y orgullosas de nuestro país. Hoy se marca el comienzo de una nueva historia, y ustedes serán parte de la lucha y ya figuran en la historia. Solo espero que cada uno tenga el valor suficiente para hacer frente a una nueva guerra que tiene por objetivo la reconquista de nuestro país”.

Cada una de esas palabras nos motivó más a estar en medio de esta lucha que ya se avecina, y comprendimos que nosotros también somos parte importante de esto. La nota no venía firmada, pero de quien fuera, sabía ya de antemano que estábamos refugiados, y que ya habíamos tomado una decisión. Esto solo era el empuje final que necesitábamos.

En el momento en el que partíamos a nuestro destino, un grupo de aldeanos que nos dio refugio, nos pidió dejarlos unirse a la lucha. Nos expresaron el resentimiento que guardaban hacia los alemanes, pues en algún momento también invadieron sus tierras y terminaron con todo. Nosotros accedimos con gusto, pues en sus caras vimos reflejado ese espíritu de lucha, esas ganas de defender lo que también era de ellos, y de dar venganza a las atrocidades que cometieron.

Eran las tres de la mañana y todo estaba ya planeado. Nos movimos directamente a la frontera con México, por el río Suchiate y por el Usumacinta. Del otro lado del había al menos 15 camiones militares esperándonos. Al parecer todo ya estaba planeado, desde las armas hasta el transporte, como si alguien supiera lo que en realidad queríamos y de alguna manera nos observara.

Después de cruzar el río, nos dio la bienvenida un general, nos explicó la situación, y como era que todo debia acatarse, pues la operación ya estaba planeada, y todo iba a salir de acuerdo a los planes. 

Íbamos directo a la zona de lucha, la cual en unas horas comenzaría, y todo se definiría. A nuestro grupo se unieron dos mil personas, las cuales estaban en refugios en los estados de Quintana Roo, Yucatán, Campeche y Tabasco, solo esperando este momento, uno en el cual cambiaríamos las cenizas rojas por un cielo claro.

1 comentario:

  1. El punto y coma (;) no es igual a la coma. Posee usos muy diferentes. Es preciso no confundir estos dos signos de puntuación. Debe cuidar los acentos en palabras agudas terminadas en vocal, n o s.

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